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Kyoshi rara vez había ido a la única ciudad del rumbo, apenas digna de tal nombre, que también se llamaba Chosun. Ella generalmente había estado de paso en aquél lugar tan diferente a las granjas y los campos; y demasiado ocupada como para curiosear.
Ahora, por primera vez podía dedicarse a observar a su alrededor. Las casas, aunque eran también de madera y tenían los mismos acabados sencillos, tenían basamentos de piedra tallada, y las más lujosas tenían los techos recubiertos de tejas verdes.
Una gran moneda de piedra, el emblema por excelencia del Reino Tierra, indicaba que ahí tenía su residencia el gobernador local. Anexo, se encontraba un pequeño templo de tejado curvo y dorado, sin paredes y con columnas verdes de madera.
Impelida por algo o alguien, Kyoshi entró. Dentro la esperaba alguien, por así decirlo.
-¡Ahí está!- gritó sin pensar que la oirían.
Kyoshi casi no sabía leer y no pudo entender la inscripción. Pero el hombre que estaba ilustrado en una de las pinturas colgadas en el altar era el mismo que se le había aparecido antes.
Tenía los ojos azules y la piel oscura. Y no tenía cabeza de animal, sino que el casco cubierto de piel blanca que usaba le daba esa forma a la distancia. En su rostro imponente pero humano usaba perilla. Kyoshi se lo quedó viendo, como si esperara que le empezara a hablar.
-El Avatar Kuruk- le dijo una voz. – De la Tribu Agua del Norte.
Kyoshi se volteó, asustada; detrás de ella se encontraba un hombre de cabeza rapada, de abundante barba negra y túnica azafrán.
-¿Avatar? ¿El maestro de los cuatro elementos? – preguntó Kyoshi. La curiosidad pudo más que la pena al ser descubierta husmeando o el temor de hablar con un perfecto desconocido.
-El Avatar es el medio divino que ha descendido al mundo mortal. El puente que conecta el mundo de los espíritus con el nuestro y el responsable del equilibrio entre ambos, también- le dijo amablemente.
- Mi nombre es Yonten, por cierto. Encantado de conocerla, señorita.
Kyoshi estuvo a punto de presentarse cuando una mujer vestida de rojo irrumpió dentro del templo y prácticamente jaloneó al monje para que la siguiera.
-¡Los chicos ya estaban causando mucho desorden! Hay que darnos prisa- regañó Sekishi a Yonten.
-Y tú – dijo señalando a Kyoshi- Si vienes por lo del llamado del gobernador, ¡no te quedes ahí!
Ahora, por primera vez podía dedicarse a observar a su alrededor. Las casas, aunque eran también de madera y tenían los mismos acabados sencillos, tenían basamentos de piedra tallada, y las más lujosas tenían los techos recubiertos de tejas verdes.
Una gran moneda de piedra, el emblema por excelencia del Reino Tierra, indicaba que ahí tenía su residencia el gobernador local. Anexo, se encontraba un pequeño templo de tejado curvo y dorado, sin paredes y con columnas verdes de madera.
Impelida por algo o alguien, Kyoshi entró. Dentro la esperaba alguien, por así decirlo.
-¡Ahí está!- gritó sin pensar que la oirían.
Kyoshi casi no sabía leer y no pudo entender la inscripción. Pero el hombre que estaba ilustrado en una de las pinturas colgadas en el altar era el mismo que se le había aparecido antes.
Tenía los ojos azules y la piel oscura. Y no tenía cabeza de animal, sino que el casco cubierto de piel blanca que usaba le daba esa forma a la distancia. En su rostro imponente pero humano usaba perilla. Kyoshi se lo quedó viendo, como si esperara que le empezara a hablar.
-El Avatar Kuruk- le dijo una voz. – De la Tribu Agua del Norte.
Kyoshi se volteó, asustada; detrás de ella se encontraba un hombre de cabeza rapada, de abundante barba negra y túnica azafrán.
-¿Avatar? ¿El maestro de los cuatro elementos? – preguntó Kyoshi. La curiosidad pudo más que la pena al ser descubierta husmeando o el temor de hablar con un perfecto desconocido.
-El Avatar es el medio divino que ha descendido al mundo mortal. El puente que conecta el mundo de los espíritus con el nuestro y el responsable del equilibrio entre ambos, también- le dijo amablemente.
- Mi nombre es Yonten, por cierto. Encantado de conocerla, señorita.
Kyoshi estuvo a punto de presentarse cuando una mujer vestida de rojo irrumpió dentro del templo y prácticamente jaloneó al monje para que la siguiera.
-¡Los chicos ya estaban causando mucho desorden! Hay que darnos prisa- regañó Sekishi a Yonten.
-Y tú – dijo señalando a Kyoshi- Si vienes por lo del llamado del gobernador, ¡no te quedes ahí!
Primera parte:rufina-tomoyo.deviantart.com/a…
Segunda parte: rufina-tomoyo.deviantart.com/a…
Tercera parte:rufina-tomoyo.deviantart.com/a…
Cuarta parte:rufina-tomoyo.deviantart.com/a…
Quinta parte:
Sexta parte:rufina-tomoyo.deviantart.com/a…
Séptima parte:rufina-tomoyo.deviantart.com/a…
Octava parte:rufina-tomoyo.deviantart.com/a…
Novena parte:rufina-tomoyo.deviantart.com/a…
Décima parte: rufina-tomoyo.deviantart.com/a…
Décima primera parte:rufina-tomoyo.deviantart.com/a…
Décima segunda parte: rufina-tomoyo.deviantart.com/a…
Décima tercera parte: rufina-tomoyo.deviantart.com/a…
Décima cuarta parte: rufina-tomoyo.deviantart.com/a…
Décima quinta parte: rufina-tomoyo.deviantart.com/a…
Segunda parte: rufina-tomoyo.deviantart.com/a…
Tercera parte:rufina-tomoyo.deviantart.com/a…
Cuarta parte:rufina-tomoyo.deviantart.com/a…
Quinta parte:
Sexta parte:rufina-tomoyo.deviantart.com/a…
Séptima parte:rufina-tomoyo.deviantart.com/a…
Octava parte:rufina-tomoyo.deviantart.com/a…
Novena parte:rufina-tomoyo.deviantart.com/a…
Décima parte: rufina-tomoyo.deviantart.com/a…
Décima primera parte:rufina-tomoyo.deviantart.com/a…
Décima segunda parte: rufina-tomoyo.deviantart.com/a…
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Comments7
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Buena la descripción del Avatar anterior. No le he puesto mucha atención pero, ¿será que también cambian de sexo con cada reencarnación? No, olvídalo, ya recordé que el previo a Aang fue Roku y era hombre...