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El Viaje de Buho Rojo (VII)

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Rufina-Tomoyo's avatar
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Entre Búho Rojo y Simätha la hija separaron a la fuerza a los contendientes. Se sumaron prontamente Máscara de Agua y Mano de Obsidiana. Pero los daños ya estaban hechos.

Aquella escena era chocante.  Simätha la madre tenía la cara llena de sangre –ajena y propia-. Entre los dientes, tenía un trozo de la oreja de Serpiente Negra. Él a su vez, respirando agitadamente, tenía en la mano una cuchilla de hueso que no había dudado en usar. Aunque al ver a la hija, trató de ocultarla lo mejor que pudo.

-¿Por qué?- sollozó Simätha la hija -¿Cómo pudiste?-dijo sin decidir a quién.
Simätha la hija estaba angustiada y dividida. Por un lado su madre; por otro su amado. No sabía quién había iniciado el pleito ni a quién culpar.

Búho Rojo no alcanzó a entender toda la perorata de Simätha la madre ladraba. Se enroscaba sobre sí misma como un pequeño bulto peludo que Búho Rojo apenas podía contener.  Entre palabras entrecortadas con chillidos, le dijo algo sobre que el muchacho se aprovechaba de la soledad de ambas, y qué él mismo tenía la culpa de lo que pasara.

-Lamento profundamente que las cosas hayan sucedido así- explicó él brevemente. –Pero hay cosas que no están en mi mano- dijo sin aflojar el agarre que tenía sobre la aprensiva madre. No fuera a rematar al joven tirado en el suelo.

-Conozco a los soldados. Enamoran a las jóvenes que conocen y las dejan empanzonadas a la primera oportunidad. Huyen y no se vuelve a saber de ellos. Quién sabe cuántas veces lo haya hecho ya. Pero no con mi hija. Mi pobre niña…- dijo Simätha la madre con más claridad.

Entre Máscara de Agua y Mano de Obsidiana se aprestaron a vendarle la cabeza al herido.  Él los veía, y se volteaba a ver a Simätha la hija, compungida y con los ojos llorosos.

-¡Era un monstruo!- alcanzó a decir Serpiente Negra. ¡Un maldito nahual!

-Yo también lo soy – dijo con mucha dignidad Simätha la hija, quien lo entendió sin equívocos. -¿Eso es algo malo para ti?

Serpiente Negra balbuceó algo, pero ya no importaba. La chica estaba deshecha. ¿Cómo es que no lo había visto sino hasta ahora? Ella y él eran demasiado diferentes.

Búho Rojo finalmente soltó a Simätha la madre. Ella se dirigió a abrazar a su hija antes que otra cosa.

-Si los volvemos a ver, no vivirán otro día- dijo con una mirada de odio aún más aguzada que sus uñas o sus dientes.

-¡Váyanse!- gritó la muchacha a todo pulmón, bañada en lágrimas.  Máscara de Agua y Mano de Obsidiana se llevaron a Serpiente Negra tan rápido como pudieron.

Búho Rojo dirigió una mirada triste a Simätha madre y a Simätha hija ante lo que parecía una despedida definitiva. Luego huyó junto con los otros.

La serranía se llenó de sollozos y aullidos de furia.



Como al principio, estaban otra vez perdidos. Sin armas –salvo la improvisada lanza de Máscara de Agua-, uno de ellos herido, y con las pocas provisiones que alcanzaron a tomar, su situación era crítica. La que había sido su mejor aliada ahora probablemente era su enemiga.  Dos días con sus noches anduvieron hacia el sur, sin descansar, y aun así la sentían demasiado cerca de su improvisado campamento.

-No tengan tanta prisa. Si en verdad quisiera seguirnos, lo habría hecho –aconsejó Búho Rojo, a quien se le notaba el pesar.

-Para ti es fácil decirlo. Puede tener piedad de ti; pero de nosotros quién sabe. Y ciertamente no de Serpiente Negra- aseguró Mano de Obsidiana.

- Dicen que los nahuales tienen dos naturalezas, contradictorias entre sí. Cuando se transforman desconocen a la gente, y se dejan llevar por los instintos de una bestia – pensaba en voz alta el susodicho.

Búho Rojo no le golpeaba la cabeza porque no quería abrirle la cortada purulenta otra vez.  Pero ganas no le faltaban.

- Hablas porque te arrancaron la oreja y no la lengua. Estuvimos mucho tiempo a su lado y no paso tal cosa. Además – dijo señalando a Serpiente Negra- tus prejuicios nos llevaron al desastre, más que otra cosa. Porque la chica te quería bien. Y con eso ni Simätha te hubiera detenido al final. Sencillamente, no estuviste a la altura de las circunstancias- dijo con un semblante sombrío.

-Como a él no lo mordieron- alcanzó a murmurar Serpiente Negra.

-No era para él, ni él para ella- afirmó Mano de Obsidiana. –Por algo las cosas suceden, ¿o no, señor Máscara de Agua?

Máscara de Agua estaba sumido en sus reflexiones y no le respondió. Prefería mantenerse al margen. Aunque la chica nómada era tan diferente a la dueña de sus pensamientos, no dejaba de pensar que quizá hubieran tenido las mismas ilusiones, un anhelo común de juventud.

-Dicen que las esposas se terminan volviendo iguales a las suegras-continuó Mano de Obsidiana. –¿Quién aseguraba que no iba a reaccionar así de violentamente algún día?

-Simätha sólo es una madre que protege a su hija de la forma que cree mejor. Francamente, me preocupa más como se lo tomará la chica. Realmente es una niña muy dulce y merecía mucho más- dijo Búho Rojo.

Aunque sabía que el alegato era inútil, no era problema suyo, y los hechos estaban consumados, no dejaba de sentir que pudo haber hecho más.

-Serpiente Negra es un caballero- lo defendió inmediatamente Mano de Obsidiana. - Meto las manos al fuego por mi primo. El sería incapaz de hacer las bajezas de las que lo acusaron…
Pero el otro no respondía, adolorido, cansado y cabizbajo.

-Creo que deberíamos preocuparnos por otras cosas- sugirió Máscara de Agua. -Aunque parece que no caerá esa cosa blanca del cielo, todavía no es primavera.  Nos sigan o no nos sigan, no podemos quedarnos aquí a la intemperie.

-Hasta que alguien dijo algo con pies y cabeza- señaló Búho Rojo.

-¿Alguna idea de lo que podemos hacer?- preguntó Mano de Obsidiana.

-Debemos alcanzar el mar- dijo escuetamente.



-¿El mar? Supongo que cualquier rumbo da igual así como estamos…-señaló Máscara de Agua.

- Debemos viajar siempre hacia el Este- continuó Búho Rojo, desestimando el comentario. - Hasta encontrar las aguas saladas que rodean la tierra. La orilla del mundo.

-¿El País Bermejo limita con el mar?- preguntó Mano de Obsidiana.

-No. Pero cerca al mar está la tierra de otra gente que no ha caído bajo la mano  de Flor de Ámbar. Y de ahí, podemos viajar a mi tierra con facilidad, pues hay un camino que ella no controla.

-¿No hubiera sido más fácil tomar ese camino desde un principio? He oído a muchos mercaderes del País del Añil comentar que se puede salir al mar en canoas y seguir la costa- señalo Serpiente Negra.

-No- dijo Máscara de Agua.- Cuando buscaba aliados para la rebelión, aquellos reinos no quisieron participar;  estaban conformes con su situación. Y sin duda se vieron beneficiados con nuestra derrota. Tomar la ruta hacia la costa sur hubiera sido demasiado arriesgado. Lo que hubiera esperado que hiciéramos…

-¿No es igual de arriesgado ir al mar? ¿Qué tan lejos estamos de él? – arguyó Serpiente Negra.

-No lo sé- reconoció Búho Rojo. – Conozco el camino del País Bermejo a Tamohi, que es a donde debemos llegar. Y a Tamohi llega el pescado marino  y la sal del mar oriental. Nuestra esperanza es encontrar la costa y seguirla siempre al sur.

-Así estaríamos a salvo de los soldados y espías de Flor de Ámbar.- reconoció Máscara de Agua.

Pero no sabemos qué podemos encontrar. Ninguno de nosotros ha estado ahí- arguyó Serpiente Negra.

-¡Cállate! Por tu culpa perdimos a nuestra guía- le espetó Máscara de Agua.

- Quien me atacó por la espalda ¿Quiere el señor que vaya a morir gustosamente entre sus fauces?

-Debiste hacerlo a tiempo, ahora es tarde- recriminó Búho Rojo.  

-¡Señores! No hay que perder la cabeza, aún en estos momentos. De cualquier modo, estamos aquí y ahora. Y eso es algo. Hemos caminado más allá de lo que se creía posible. Hemos alcanzado y visto lugares que nadie imaginó que existía. Conocimos personajes que sólo habitaban en las leyendas. Nos hemos sobrepuesto a tantas tragedias que creíamos irreparables. Ya no somos los mismos de antes. Llegaremos al mar si hace falta, pero sólo unidos-.

Pocas veces habló así Mano de Obsidiana. Los presentes se admiraron, mudos por el asombro y la vergüenza.

-En verdad te has hecho sabio – le reconoció Máscara de Agua a su antiguo subalterno cuando le volvió el habla.

Con el ánimo renacido, comprendieron que juntos habían hecho grandes cosas, y que sólo juntos resolverían los retos por venir. Debió ser cosa del destino, pues justo cuando los ánimos se calmaron, el peligro acechó nuevamente.

Inició como un aullido en la cercanía. Y luego surgió otro, y otro más. Era un coro que cantaba una canción de muerte al crepúsculo.

-¿Simätha madre viene por nosotros?- se tensó inmediatamente Serpiente Negra.

-Desearía que así fuera– refutó Búho Rojo. -Ni siquiera ella estaría a salvo ahora.
(Story in Spanish)

Primera parte: El viaje de Buho Rojo (I)
Segunda parte: El viaje de Buho Rojo (II)
Tercera parte: El viaje de Buho Rojo (III)
Cuarta parte: El viaje de Buho Rojo (IV)
Quinta parte: El Viaje de Buho Rojo (V)
Sexta parte: El Viaje de Buho Rojo (VI)
Séptima parte:
Octava parte: rufina-tomoyo.deviantart.com/a…
Novena parte: fav.me/d8lqu15
Décima parte: rufina-tomoyo.deviantart.com/a…
Décima primera parte: rufina-tomoyo.deviantart.com/a…
Décima segunda parte: rufina-tomoyo.deviantart.com/a…
Décima tercera parte: rufina-tomoyo.deviantart.com/a…
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Comments8
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Lily-de-Wakabayashi's avatar
¿Lobos?

Bueno, me pareció muy corta la escena de la despedida de las Simäthas, como que siento que ocurrió muy rápido, o será que yo lo leí rápido :XD:. ¿Será la última vez que sepamos sobre ellas? Supongo que Serpiente Negra no demostró ser digno, aunque a la larga lo suyo con Simätha hija no habría resultado, siendo ambos de tan diferentes mundos y aquél huyendo de Florecita...