Luk (VI y ultimo)

La lluvia había arreciado durante la noche. Neeluk no pudo dormir, así que encendió un cigarro de los que ella escondía en su casa y se puso a fumar. El humo trazaba estelas blancas. La mente de Neeluk hacía también espirales con sus recuerdos.  

-Ese muchachito no te conviene, Mik. Es más joven que tú y no creo que te tome en serio- razonaba Neeluk una tarde de lluvia con su hermana menor, hace mucho tiempo atrás. Entonces las dos compartían la misma casa, herencia de su madre, que ahora albergaba la infelicidad de Neeluk.

-Sólo soy dos años mayor que él. No es mucho. Además –exclamó Haxmik con una risita - me ama con toda la pasión que su corazón ofrece. Y yo también. Besa bonito ¿sabes?-.

Desde su regreso de su estancia como aprendiz, Neeluk había tratado pocas veces a Meelen. Al principio le había parecido más simpático, y con cierto encanto, pero no el suficiente. Todavía era muy delgado, y no precisamente guapo. Neeluk, quien le llevaba seis años de ventaja, no dejaba de verlo como el niño llorón al que su hermana gemela defendía. Pensaba que su hermana tenía mal gusto.

Siguieron las dos conversando de otros temas. De repente, Haxmik se puso seria y le confesó a su hermana:

- Ya me dijo que es casado.

Neeluk confirmó entonces la opinión de que la elección de su hermana era una necedad. ¿Qué ganaba con complicarse así la vida? Él no tenía nada que ofrecerle. Así le dijo ahí mismo. Ojalá lo hubiera recordado.

Haxmik arguyó ante su hermana y ante ella misma:

-Ella no puede hacerlo feliz y yo sí-afirmó.
- No creo que sea buena idea. Te lo puede hacer a ti algún día…
- No. Él no me hará nunca eso. Además –dijo Haxmik bajando la voz, como quien guarda un secreto - voy a ser la madre de su hijo-.

Supo entonces para qué había venido. Neeluk se resignó a hablar sobre hechos consumados.

-¿Y él lo sabe?-
-No- titubeó-. Por eso quiero que me acompañes a decirle-.