XXI. Encuentro

Cuando los guerreros entraron al salón del trono, ella estaba sentada con la espalda recta en su trono de piedra verde. Usaba una capa de plumas de águila dorada y un vestido de blanco algodón tejido con hilo dorado. Tenía puesta la compleja y pesadísima corona de oro y pluma que durante quinientos años los reyes y reinas de Danibaá habían usado en ocasiones especiales.

Búho Rojo se adelantó al pelotón y le dijo con tono despectivo.

-Te gí jatho, K’ast’idodöni. ¿Hábu xi go?

-Tengu ra nts’o Thenigugamxi. Xata nu nuga xi drá dändä.

Máscara de Agua no pudo entender lo que dijeron, porque Flor de Ámbar y Búho Rojo conversaban en la lengua del País Bermejo. Pero estaban cargadas de un odio descarado. Máscara de Agua trató de intervenir. Flor de Ámbar misma lo silenció.

-Kot’i ri ne,ts'atyo. Nada de esto te incumbe, seas quien seas –hizo una pausa y rectificó- Ya te recuerdo. Tú eres el miserable que barría el piso por donde pasaba; sigues siendo polvo. Te di el País del Añil y me traicionaste.  Pero te advierto que tus nuevos amigos no cumplirán sus pactos. Son todos unas víboras.

Posó en él su mirada de desprecio. Podría estar vencida, pero seguía siendo una reina.

-Si te hubieras humillado lo suficiente, incluso te hubiera dejado casar con la mariposilla* esa. Tonto, gusano. - y no le dijo nada más.

Máscara de Agua la tomó bruscamente por el collar de hueso y ámbar que traía. Búho Rojo intervino para que no la matara ahí mismo. Ella ni se inmutó aunque se le partió el labio; más le dijo a éste cuando la soltaron:

-Búho Rojo, has venido de muy lejos a perturbar mi ciudad y mi persona. Los dioses te harán pagar muy caro tu atrevimiento. Eres maldito desde ahora y tu ambición te perderá. Y ahora también el universo corre peligro. El quinto Sol caerá y la Luna morirá. Serán los únicos responsables de la ruina y la oscuridad que está por venir.

Búho Rojo se asombró por la frialdad que en ese momento exhibía. No se imaginaba que le daba fuerzas en aquél momento. Pero le dijo:

-Mientes. Son hijos de perros, no del Sol y la Luna. No tienes poder alguno ya. Muchos son tus crímenes, Flor de Ámbar. Llenaste de terror y miseria el País de las Nubes. Durante mucho tiempo pudieron decir sus blasfemias e imponer su crueldad pero ahora te vendrá el castigo.